¿Cómo será
nuestro cuerpo cuando resucitemos?
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Cuando nos interrogamos sobre la vida después de la muerte, tenemos muchas preguntas. Y si creemos en la resurrección seguimos teniendo preguntas tadavía: ¿con qué cuerpo resucitaremos? ¿Tendremos una edad? ¿El feo será guapo? ¿Nos reconoceremos? Nuestra imaginación no se sacia de preguntas. La resurrección de Jesús nos deja vislumbrar "otro mundo". Pero ese mundo permanece "incomprensible" en muchos aspectos. No es la réplica de nuestro mundo actual, es el "más allá"... "¿Pensáis que Dios no tiene con qué vestirle?", respondió Juana de Arco, durante su proceso, cuando le preguntaron si el Angel estaba vestido. Es un poco la respuesta que debiéramos de dar a muchas de nuestras preguntas prácticas sobre la vida en el Cielo. Pero tengamos cuidado para que ese tipo de preguntas no nos haga pasar al lado de lo esencial. En el Evangelio, los saduceos, grupo judío entre los judíos de la época, se planteaban preguntas tan incongruentes con relación a la resurrección, que no conseguían abrirse al mensaje esencial de Jesús... Su curiosidad y su racionalismo les condujeron a un "bloqueo" espiritual. Las modalidades físicas de nuestra resurrección son un punto sobre el que Jesús no ha levantado completamente el velo, dándonos sin embargo explicaciones suficientes para que nuestro pensamiento no se pierda. Hay una cosa de la que podemos estar seguros: ¡Dios nos dará lo mejor! El resucitado de Pascua, un "prototipo" Para afirmar algo de nuestra propia resurrección, tenemos que mirar a Jesús. Un poco como un "prototipo". Pero no olvidemos que esta resurrección tiene lugar en un mundo que no ha sido todavía "recreado", como será el caso para el nuestro. Se adapta de un cierto modo a este mundo. Se trata de "apariciones", es decir de momentos en los que el Resucitado se deja ver a testigos.El invisible se hace visible, en parte solamente, porque no hemos entrado en las dimensiones de la eternidad. Por eso las manifestaciones del Resucitado de Pascua están al mismo tiempo en continuidad con este mundo y sin relación con nuestra experiencia común. Es a la vez el mismo y distinto. Tiene que insistir con sus discípulos para mostrarles que es El, vivo otra vez (Luc cap 24, v.39-43). A los primeros discípulos les costó reconocerle. Les hizo falta un tiempo para acostumbrarse y una mirada de fe: la visión natural no basta... Pero su cuerpo conserva las marcas de la Pasión, los signos de su historia. Puede realizar los actos de la vida física (comer, beber), pero ya no está sometido a sus leyes: aparece y desaparece, atraviesa las paredes (Evangelio segúin san Juan cap 19, v. 20), está libre de los límites de un cuerpo mortal. La gloria le transfigura. La gloria le transfigura Esta experiencia del Resucitado nos puede iluminar sobre el estatuto de nuestro cuerpo de Resucitado.Actualmente, nuestra alma existe con un cuerpo liado a las condiciones de la vida terrestre. Tiene sus límites y sus imperfecciones naturales, está marcado por la enfermedad, el sufrimiento y la muerte, debidas al pecado (cf pregunta 7). En la nueva creación, habrá una transparencia perfecta de los cuerpos a las almas santificadas y glorificadas. Nuestros cuerpos tendrán la belleza de nuestra santidad. Cuanto más santos seamos, más hermosos seremos, pero con una belleza de la que no tenemos ningún tipo de experiencia en este mundo. Una belleza que nos deja vislumbrar la Transfiguración de Jesús en el Monte Tabor (Evangelio según san Mateo cap 17, v. 2). Nuestro cuerpo resucitado será realmente el nuestro, personal, un cuerpo que no se parecerá a ningún otro, con una singularidad extrema, el cuerpo que es parte integrante de nuestra persona. Lo que será más personal en él es el amor de caridad que le habrá modelado sobre esta tierra y que le dará su rostro de eternidad. Habrá perdido todas sus secuelas de pecado por las que los hombres se asemejan. Iluminado por el Amor, será diferente a los otros cuerpos en tanto que encarnará el amor único, la historia única, de la que habrá sido tejida su vida terrestre. "Esta renovación misteriosa que transformará la humanidad y el mundo, la Biblia la llama los cielos nuevos y la tierra nueva"...En este universo nuevo (Apocalipsis cap 21, v. 5), Dios tendrá su morada entre los hombres. "Enjugará toda lágrima de sus ojos, y no habrá ya muerte ni habrá llanto, ni gritos ni fatigas, porque el mundo viejo ha pasado" (Apocalipsis cap 21, v. 4) El Catecismo de la Iglesia católica describe así la vida después de la Resurrección (n° 1044): "En este universo nuevo, la Jerusalén celeste, Dios tendrá su morada entre los hombres..." |